El actor mexicano profundiza en el reto emocional y técnico de encarnar a un joven guerrillero durante la toma del Palacio de Justicia.
La cinta Noviembre, una coproducción entre Colombia, México, Brasil y Noruega, está reuniendo aplausos en festivales por su aproximación íntima y visceral a uno de los episodios más dolorosos de la historia latinoamericana: la toma del Palacio de Justicia en Bogotá que sucedió entre el 6 y el 7 de noviembre de 1985.
Entre el elenco, la actuación del mexicano Iozé Peñaloza ha llamado la atención por la sensibilidad y fuerza con la que encarna a un joven guerrillero atrapado en el corazón del conflicto. En conversación con Cultura Metropolitana, el actor compartió los desafíos del rodaje, la introspección que le dejó el personaje y el camino personal que lo llevó hasta el cine.
El artista recuerda que la cinta combina archivo periodístico real con ficción desarrollada en un espacio claustrofóbico: un baño donde 30 actores interpretan a los guerrilleros y rehenes encerrados durante las 27 horas de la toma. Su personaje entra con una convicción férrea.
“Creo que es un joven muy valiente, rebelde, es consciente de sus convicciones… entra con esa fuerza, pero eso cambia totalmente y dentro de esa rebeldía pues también es la responsabilidad, la reflexión, todo lo que conlleva eso y entonces él entra con esa fuerza, pero eso pues cambia totalmente”.
Iozé Peñaloza
De acuerdo con Iozé Peñaloza, a medida que la violencia crece en la trama, la seguridad se convierte en miedo, enojo y confusión. “Viene la reflexión de él de si hice bien en meterme o no, qué estoy haciendo”, dijo.
Para el actor, uno de los mayores retos técnicos fue filmar la escena de su propia muerte, ya que debía cuidar todos sus movimientos para una imagen realista.
“Me costó mucho morirme, porque justo era la tensión en no respirar. El director… me dijo: ‘es que se te está moviendo el párpado’. Entonces era la conciencia de ok, el párpado, la respiración, todo”.
Iozé Peñaloza
Por si fuera poco, verse en pantalla grande significó otro impacto emocional, pues el arista admitió que el estreno ocurrió en el Festival de Morelia, una experiencia que lo dejó tembloroso y emocionado
“Muy bonito… es muy diferente verlo en pantalla grande. Cuando me vi específicamente fue muy bonito… me reconocí, pero no me vi a mí sino al personaje, y eso nunca lo había sentido. Me dolió muchísimo ver la muerte de un joven que justo era un joven rebelde. Yo tenía ganas de abrazarla y decirle todo va a estar bien”.
Iozé Peñaloza
A pesar de la crudeza del proceso, el compañerismo en el set fue clave para sobrellevar las emociones. “Éramos una compañía teatral… nos ayudábamos a salir de la ficción”, cuenta. Entre cortes, el elenco jugaba dinámicas teatrales para liberar tensión.
Interpretar a un joven rebelde lo llevó a reflexionar sobre su propia labor docente. Antes de filmar Noviembre, Peñaloza era profesor de adolescentes, a quienes invitaba a cuestionarse con responsabilidad. “Sean rebeldes, no sean desmadrosos… si creen en algo, peleen con eso y hagan dudar al maestro”, recuerda que les decía.
Al habitar al personaje, encontró un espejo: “Fue muy lindo saber que la rebeldía lleva eso, lleva un compromiso, una responsabilidad, una reflexión”.
Aunque el hecho histórico pertenece a Colombia, Peñaloza cree que su resonancia en México es innegable. “Latinoamérica tiene una herida muy profunda… con la violencia, las desapariciones… cuando vemos la película decimos: wow, eso sucedió en Colombia y empatizo”. Según él, es un recordatorio de que hechos así “pueden pasar sí o sí también en México”.
El actor también habló sobre su trayectoria: desde la danza folclórica en su juventud, los talleres de teatro en el Museo del Chopo y una carrera universitaria en literatura dramática, hasta la etapa de audiciones constantes. “La chamba del actor es de casting, casting, casting… me hice de un músculo bien fuerte de rechazo”, admite. Aunque ha perdido papeles que le dolieron, mantiene el aprendizaje como brújula.
Para quienes sueñan con dedicarse al teatro o al cine, tiene un mensaje claro: “A lo que se quieran dedicar, háganlo y no tengan miedo”, dice, recordando incluso cuando una mujer le advirtió que se “moriría de hambre”. Su respuesta de entonces sigue siendo su filosofía: “Si me muero de hambre, me voy a morir de hambre con gusto porque estoy haciendo lo que quiero”.
